Organismo del Deportista

¿Te has preguntado cómo funciona el cuerpo de un deportista? Pues, El ser humano filogenéticamente, no ha evolucionado prácticamente nada en los últimos miles de años. Continua su diseño para adaptarse a un entorno donde necesitaba «moverse», sin embargo, la sociedad actual nos ha limitado nuestra motricidad y relación con el entorno. Hace miles de años las causas de muerte eran por épocas de hambruna, climas extremos y depredadores naturales, hoy en día, la principal causa de muertes es el denominado «Síndrome metabólico». Un trastorno provocado principalmente por el sedentarismo y la opulencia en la dieta, que aumenta en gran medida el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2 por resistencia a la insulina, apareciendo sobrepeso, alteraciones cardiovasculares y patologías cardiacas, llegando a la muerte por derrames cerebrales e infartos.

Si el ser humano ha sido capaz de adaptarse durante miles de años, ahora debe ser capaz de adaptarse a esta nueva situación. Por tanto, la evolución del ser humano en nuestros días pasa por ser activo, el deportista es la evolución del género homo actual. La práctica deportiva es la alternativa para sobrevivir al síndrome metabólico.

¿Cómo es el sistema muscular de tu cuerpo?

El sistema muscular del cuerpo humano está compuesto por unos 650 músculos. Algunos de ellos se encargan de mantener la postura erguida y otros, tienen la función de aportar movimiento al cuerpo junto al sistema esquelético.

El ejercicio físico produce adaptaciones en todo el sistema muscular: si realizamos ejercicio cardiovascular las fibras musculares se adaptan a un metabolismo de tipo aeróbico y si realizamos ejercicios de fuerza, estas fibras musculares sufren cambios no solo en su metabolismo, sino en su arquitectura muscular, se produce la hipertrofia muscular, el aumento del tamaño muscular.

Tipos de fibras

Dentro del fascículo muscular nos encontramos con dos tipos de fibras musculares:

  • Fibras de contracción lenta o fibras rojas, adaptadas a contracciones de baja intensidad y larga duración. La gran cantidad de mitocondrias y mioglobina las hace más eficientes al metabolismo de tipo aeróbico (en presencia de oxígeno).
  • Fibras de contracción rápida o fibras blancas, donde las reservas elevadas de ATP y fosfatos de creatina (sustratos energéticos), las hacen especialmente aptas para aquellas contracciones de corta duración y alta intensidad, estando más adaptadas al metabolismo anaeróbico (sin presencia de oxígeno). Presentan una gran velocidad de contracción y son poco resistentes a la fatiga. Este tipo de fibras es el que más interviene en el trabajo de fuerza.

Aunque la población normal suele tener una predominancia ligeramente superior de fibras rojas (55%) y la tipología de las fibras está determinada genéticamente, estos valores se pueden ver alterados por factores como la edad, sexo, maduración y tipo de entrenamiento, pudiéndose transformar la funcionalidad de las fibras rápidas (blancas) en lentas (rojas) aunque en una proporción muy pequeña, sin embarga este cambio de tipología no sucede al contrario. Esto explica por qué una persona entrenada en deportes de fuerza puede adaptarse a deportes cardiovasculares, pero no al contrario.

¿Cuáles son los beneficios del desarrollo muscular?

Antienvejecimiento

La atrofia muscular (pérdida de tejido muscular) ocurre, en primer lugar, sobre las fibras musculares de contracción rápida que son precisamente aquellas involucradas en actividades explosivas y de fuerza. Por este motivo, el entrenamiento de fuerza puede ayudar a prevenir este proceso involutivo y otras patologías degenerativas como la osteoporosis.

Gasto metabólico

El desarrollo muscular incrementa el metabolismo en estado de reposo, ya que el tejido muscular mantiene un coste metabólico muy elevado. Diferentes investigaciones han demostrado que, desarrollando 1,5 Kg de tejido muscular, se incrementan los niveles de metabolismo basal en un 7% y las calorías diarias en un 15% aproximadamente.

Evita desequilibrios

El entrenamiento con resistencias conlleva un aumento de la estabilidad de las diferentes articulaciones a través del incremento de la resistencia estructural no solo de la masa muscular, sino también del tejido conectivo; tendones y ligamentos. La mayoría de alteraciones se producen por un desequilibrio muscular entre la musculatura agonista y antagonista que provocan un desajuste en la articulación, incrementándose el riesgo de lesión y la aparición de patologías músculo-esqueléticas.

La importancia de movernos

Aunque nuestro cuerpo está diseñado para movernos y estar activos, todavía hay muchas personas sedentarias que ignoran que siempre que la actividad física se realice bajo un asesoramiento médico deportivo, el deporte va a tener muchas más ventajas que inconvenientes.

Los efectos inmediatos del ejercicio físico en una persona que nunca ha practicado deporte y decide cambiar de hábitos son conocidos. “Aumento de la frecuencia cardiaca y de la tensión arterial, sudoración, sensación de calor, cansancio y pesadez/dolor muscular. Al día siguiente, cansancio y dolores musculares (antes llamados agujetas) y actualmente denominado DOMS (dolor muscular de inicio tardío). Todo ello, en función del tipo de deporte que se practique”, señalan los investigadores.

Si profundizamos más y no nos quedamos únicamente en los efectos de las primeras horas, los expertos insisten en que practicar deporte tiene grandes beneficios en nuestro cuerpo y nuestra salud.

Se señala que con el tiempo se van produciendo adaptaciones en el organismo en función del deporte que se realice, pero básicamente, cuando el ejercicio se convierte en un hábito se produce una disminución de la frecuencia cardiaca de reposo, una mejor tolerancia al esfuerzo (se puede practicar deporte a más intensidad y velocidad, con menor cansancio), se reduce la fatiga para esfuerzos similares realizados antes de estar entrenado, hay un aumento de la fuerza y de la velocidad (especialmente si se han entrenado aspectos de la fuerza) y también mejora la coordinación.

Por otro lado, el ejercicio físico ayuda a prevenir muchas enfermedades y a controlar algunas muy prevalentes como pueden ser la obesidad, la diabetes o la hipertensión, entre otras.

Los cambios, ventajas y beneficios generales estarán supeditados al tipo de ejercicio que se realice (no es lo mismo caminar a paso ligero, que nadar o apuntarse a un gimnasio para ejecutar ejercicios de musculación, por ejemplo).

Además del impacto positivo que tiene el deporte en el estado físico y la prevención de las enfermedades, los expertos destacan otra pata imprescindible que todos aquellos que quieren adquirir un hábito deportivo deben tener en cuenta: los beneficios psicológicos del ejercicio físico.

“Si se practica deporte por gusto y decisión personal, se produce un mayor equilibrio psicológico, mejora de la autoestima y la confianza en uno mismo. También disminuye la ansiedad, el estrés y la depresión”, apostillan los expertos.