El metasilicato de sodio o silicato sódico es también conocido como vidrio soluble. Este es una sustancia inorgánica, de fórmula Na2SiO3, que se encuentra en soluciones acuosas y también en forma sólida en muchos compuestos, entre ellos el cemento, impermeabilizadores, refractores, y procesos textiles.
Esta sustancia es usada en diversos ambientes industriales y domésticos. La industria de la minería es uno de los ambientes que más lo utiliza.
Industria de la minería
El uso de los metales (el grupo de productos mineros más importante, sobre el que se concentra este libro) ha trascendido su empleo original en la elaboración de herramientas básicas como cuchillos, martillos, entre otros. Desde la revolución industrial hasta nuestros días, el uso de los metales se ha extendido a casi todas las aplicaciones de la vida diaria, desde la fabricación de maquinaria compleja hasta la de textiles.
El crecimiento industrial mundial observado en las últimas décadas ha generado una mayor demanda de productos elaborados en base a metales, entre los que destacan computadoras, aviones, barcos, teléfonos celulares, instrumentos médicos, automóviles, edificaciones, etc. Los metales se presentan de varias formas en la naturaleza de manera disímil, dependiendo del país o zona geográfica. Esto determina que haya “países mineros” en donde la explotación de ciertos minerales es muy importante.
Los “países mineros”
Por ejemplo, en Perú y Chile la importancia del cobre es significativa. Los requerimientos de metales por parte de la industria, así como la oferta de los países exportadores, configuran el mercado internacional. La mayor parte de la demanda proviene de las economías industrializadas o de regiones en vías de acelerado desarrollo (China e India).
Por otro lado, las exportaciones de los países mineros representan la oferta de los productos mineros en el mercado mundial. Por consiguiente, los precios y las cantidades de producción están determinados por las variaciones en las condiciones de oferta y demanda que se producen en dicho mercado.
A lo largo de la historia económica se ha producido una serie de fluctuaciones cuyos patrones se conocen como los ciclos de las materias primas: lapsos de tiempo en donde sus precios presentan altos niveles seguidos de periodos de contracciones. En los últimos años, desde 2002 hasta 2011, el índice de precios de materias primas elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) creció en 323%. Sin embargo, el crecimiento acumulado de este índice entre 2012-2015 se tornó negativo. Según diversos investigadores y agencias multilaterales, se estaría transitando hacia una etapa recesiva dentro del ciclo de variación de los precios de los metales. Este comportamiento se debe al menor crecimiento de China, así como de otras economías emergentes que impulsaron el auge de los precios mencionados gracias a su impresionante desarrollo industrial durante las últimas décadas.
Minería y comportamiento social
Este vaivén de los mercados de productos mineros tiene importantes efectos en países cuyas exportaciones dependen de la producción de metales. En épocas de auge de precios se crean oportunidades de crecimiento y desarrollo para los exportadores mineros, mientras que en tiempos de estancamiento se generan recesiones de la actividad económica con menores tasas de crecimiento, provocando frustración en la población y conflictos sociales.
La industria minera genera un impacto importante en las dimensiones sociales y políticas de los países mineros. Este efecto se ha visto incrementado por la preocupación de la sociedad por disminuir o eliminar las afectaciones negativas que la explotación de los recursos mineros puede causar en la naturaleza, así como en las posibilidades de crecimiento económico a largo plazo.
Los “booms mineros”
Sobre este último tema, en años recientes hubo un debate intenso sobre los efectos de los booms mineros en el desarrollo de las economías mineras. Algunos autores sostienen que generarían una maldición de los recursos, es decir, que la minería reduciría las posibilidades de desarrollo y crecimiento de los países mineros debido a dos factores: en primer lugar, a los posibles efectos macroeconómicos vinculados a la apreciación del tipo de cambio durante un boom que produce una desindustrialización de sectores manufactureros y de innovación tecnológica en las economías mineras (fenómeno conocido como la enfermedad holandesa). En segundo lugar, la maldición aparecería porque el boom provocaría la búsqueda de las rentas económicas generadas por el sector minero por parte de ciertos grupos de interés, despertando actos de corrupción y la erosión de las instituciones que sostienen a un país.
El boom minero en el caso peruano
Sin embargo, en el caso peruano, el boom minero permitió al Estado peruano impulsar el desarrollo de grandes obras de infraestructura de servicios públicos (telecomunicaciones, transportes, saneamiento, electricidad), así como atraer capitales para el desarrollo de grandes proyectos, como la explotación del gas natural de Camisea.
Estas políticas han permitido integrar los mercados a nivel urbano y rural, incrementar las tasas de urbanización e industrialización, modernizar los sectores productivos tradicionales (como la agricultura) y no tradicionales (como el turismo y la textilería), expandir los negocios de retail a nivel nacional, garantizar un adecuado nivel de confiabilidad en el suministro eléctrico, y diversificar las actividades productivas.
Además, durante el periodo del boom, el Perú logró alcanzar la categoría de país con grado de inversión según diferentes entidades clasificadoras de riesgo. Ello ha permitido que desde 2008, año en el que alcanzó esa categoría, acceda a fuentes de financiamiento con tasas de interés muy competitivas y pueda atraer inversión extranjera directa en mejores condiciones que otros países de la región.
Todo esto ha sido posible gracias a la implementación de las reformas institucionales de carácter estructural iniciadas en la década del noventa, en donde se reorientó la política del Estado hacia la promoción de la inversión privada, el uso de los mercados para modernizar la economía, la instauración de una disciplinada política macroeconómica (fiscal y monetaria), la apertura comercial e integración internacional mediante acuerdos de libre comercio, así como el fomento de la iniciativa privada para promover el empleo.
Asimismo, durante el boom minero, el Perú tuvo la capacidad de reducir los niveles de pobreza extrema y no extrema mediante innovadoras políticas públicas en materia educativa, en provisión de acceso a infraestructura básica, así como en materias de salud y de alivio de las condiciones de vulnerabilidad social. Entre los años 2002 y 2015, el país exhibió una tasa de crecimiento económico impresionante de 6% promedio anual, siendo una de las economías de mayor crecimiento en el mundo; en paralelo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Informática y Estadística (INEI). Esto es considerado por diversos analistas y académicos como “el milagro peruano”.
El uso del Metasilicato de sodio en la minería
Esta sustancia se utiliza para producir productos como desfloculantes y/o dispersores, supresores de polvo y anti-aglomerantes.
Desfloculantes/Dispersores
Cuando hablamos de agente defloculante nos referimos a una sustancia que evita que se aglomeren las partículas de un sistema coloidal. Para ello, el agente defloculante puede actuar de tres formas diferentes: mediante intercambio catiónico, por repulsión estérica y por complejación.
El Silicato de Sodio auxilia en la dispersión de las partículas de arcilla mejorando de esa manera la eficiencia del proceso de beneficiación. Es utilizado como un agente dispersor (defloculante) en el proceso de beneficiación de minerales como arena, cuarzo, fluorita, barita, calcita, dolomita, caolín, etc.
Supresores de polvo
Las emisiones de polvo y su adecuado control es un tema relevante, ya que existe un gran tráfico vehicular en caminos sin pavimentar durante el trabajo de industria minera. Además, existen otras actividades o zonas de emisión como stock piles (viento erosivo), voladuras, faenas de carga y descarga, chancado y transporte en correas, que también generan pérdidas económicas y daño potencial a personas y el medio ambiente.
Los supresores de polvo y/o estabilizadores de suelo permiten un control eficiente de emisiones en caminos, taludes y otras zonas fuentes, dado su elevado poder aglomerante de partículas finas, muy superior al agua.
Anti-aglomerantes
Un antiaglomerante (denominado también como antiapelmazante, anticompactante y antiaglutinante) es una sustancia capaz de evitar la formación de aglutinamientos en las substancias existentes en una disolución. Las partículas sólidas de una solución pueden ir aglomerándose proporcionando unas estructuras agregadas (denominadas en ciertas ocasiones: grumos) que restan homogeneidad.
Estas substancias, denominadas antiapelmazantes son capaces de evitar la formación de grumos por aglutinación de partículas. Puede tratarse de una substancia química o de un objeto que con su presencia proporcione unas características desfavorables a la formación de aglomeraciones. Las substancias con capacidades contrarias se denominan aglutinantes.