Los silicatos solubles en sus diferentes formas: vidrios amorfos, sólidos granulares o soluciones líquidas representan uno de los productos químicos de mayor consumo.
Su impulso industrial se sitúa ya en el siglo XIX, donde se desarrollaron aplicaciones pioneras en detergentes, adhesivos y pinturas refractarias. En la actualidad sus aplicaciones están diversificadas en numerosos campos: detergentes, papel, construcción, pinturas, tratamiento de aguas, materias primas de productos industriales; campos que cubren aplicaciones tanto en la industria como en los bienes de consumo.
Los procedimientos para su preparación y fabricación industrial parten de un proceso de fusión por encima de 1000ºC, normalmente desde sílice en su forma cristalina de cuarzo y carbonato potásico, obteniéndose los silicatos en su forma de cristal amorfo o vidrio.
Las soluciones de silicato o también llamados silicatos líquidos son los silicatos de mayor uso, se obtienen en una segunda etapa por disolución del cristal amorfo en agua a elevada temperatura y presión. Existen otras vías de síntesis para productos en solución, como el ataque directo de sílice con potasa cáustica.
Es usado principalmente en la fabricación de varillas de soldadura, como aislante térmico y aporta resistencia a la humedad en el tratamiento del concreto y otras industrias como la del papel, cartón, textil y cerámicas.
La principal razón para aplicar pinturas de silicato de potasio es su durabilidad. Además, su alcalinidad brinda propiedades biocidas, desinfectantes y fungicidas. Verdín, líquenes, moho y algas se desarrollan con dificultad sobre esta pintura. Es decir, ayuda a evitar la proliferación de microorganismos nocivos.
Por su parte, las pinturas de sol-silicato son tan fáciles de aplicar como la pintura plástica. Sin embargo, a diferencia de estas, la emisión de COV (compuestos orgánicos volátiles) es muy baja, y a veces nula. De hecho, en los ensayos de calidad del aire en interior, las pinturas de silicato consiguen fácilmente la máxima calificación.
